Todo según lo previsto. En el avión vamos cómodamente, al poco de despegar ya nos están dando la merienda cena. Nosotros tenemos nuestros bocatas de tortilla de jamón, acostumbrados a volar con easy jet, no pensábamos encontrar tantas atenciones. Yo la verdad me tomo sólo una cerveza con un quesito, pero Inma y los niños ya están dando buena cuenta de los filetes de pavo, la ensalada, la pasta y las judias verdes.
Además de postre mouse de chocolate, y café con hielo. Me acuerdo de mi hermano, con lo que ha sufrido él en Marruecos para conseguir un café con hielo en su perfecto árabe.
Dentro de 1 hora estaremos pisando Estambul, y negociando con el taxista para llegar al albergue sin excesivo coste. Los niños entrarán en Turquia como lo hicieron en Amsterdam y en Marruecos, con su camiseta de “los pelochos” de la roja. Luna y yo estamos aprendiendo a contar en turco, que los números son muy importantes en todas las culturas.
Veo que mi portatil responde bien al tratamiento al que lo he tenido que someter estos días. Sufrió un ataque al corazón en Málaga, y aunque no viajo a Marruecos, en Móstoles un golpe de calor lo volvió a dejar inconsciente. Esta mayor, pero nos vuelve a acompañar en otra aventura, y espero que me siga facilitando contactar con el resto del mundo.
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